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¿Formamos maestros para enseñar o para facilitar que aprendan sus alumnos?


Una experiencia desde las aulas normalistas


ME. Norma Aideé Castillo Ubamea

Docente/Investigadora de la Escuela Normal Superior de Obregón



Durante un proceso de enseñanza-aprendizaje, ya sea explorando fenómenos climatológicos en ciencias, descifrando problemas matemáticos o el impacto ecológico de una plaga, es inevitable que surjan preguntas de nuestros estudiantes que van desde: ¿Cómo medir la velocidad de la luz? ¿cuál es la razón de sacar el mínimo común múltiplo o para qué me servirá este? ¿Cómo se relaciona la contaminación con los cambios climatológicos? entre otras. Capturar la atención de un alumno curioso, decidido a comprometerse con su propio aprendizaje es “atesorar momentos” porque, se tiene la oportunidad de provocar en los estudiantes el deseo por explorar e identificar fuentes de información, encontrar sus propios caminos para seleccionar y procesar datos que hayan recolectado, reflexionar sobre sus hallazgos y den solución por la vía de la experiencia propia a sus conflictos cognitivos y a cualquier inquietud de saber que hayan tenido al inicio.


Siempre decimos que enseñar y aprender son las dos caras de una misma moneda. Pero, ¿qué sucede cuando el profesor se centra tanto en la acción de “enseñar” que omite en muchos casos, involuntariamente, atender las necesidades del aprendiz”. Sin detenernos en revisar cómo evalúa formativamente para identificar los aprendizajes efectivos logrados, porque no es el propósito de este artículo, en general la actitud del enseñante que se concentra en dar su clase más que en las necesidades de sus aprendices es muy fácil de identificar porque; las actividades que implementa son tan prediseñadas a su mejor opción “para no perder tiempo” (expresiones recuperadas se maestros en servicio y de maestros formación inicial) que se resuelven, la mayoría de las veces, en el cuaderno o el pizarrón, sin propuestas que lleven a los estudiantes a relacionar este contenido con el entorno o su hacer cotidiano, obviamente en detrimento de un aprendizaje significativo y efectivo.

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En la mayoría de los casos, este tipo de profesor concentrado en enseñar, sí incluye ejercicios en sus clases, pero no se toma el tiempo para retroalimentar o acompañar cuando tienen dificultades para avanzar, usualmente hace preguntas que no llevan a la búsqueda de información o se responden con un simple sí o un no. De hecho, pocas veces da tiempo para que los alumnos pueden plantearse sus propias preguntas. Asimismo, al cierre de la clase que debiese ser el espacio idóneo para compartir o socializar los aprendizajes logrados e intercambiar experiencias acerca de la construcción del mismo, en la mayoría de las aulas se cubre con dejar la tarea y registrar en las listas quienes terminaron los trabajos en el cuaderno.


Actualmente la Nueva Escuela Mexicana (NEM) promueve cuatro tipos de proyectos educativos: Aprendizaje Basado en Proyectos Comunitarios, Aprendizaje Basado en Indagación (STEAM como enfoque), Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) y Aprendizaje Servicio (AS). Precisamente como respuesta a una necesidad de volver la mirada al que aprende y su compromiso con este proceso, la influencia de las diferentes formas de presentarle la información que les lleve a comprender su importancia e impacto en la vida de la persona y entorno, estos proyectos se adaptan a diferentes campos formativos y ejes articuladores, fomentando la participación activa de los estudiantes para generar aprendizajes significativos así como la manera en qué compartirá con los otros para proyectarse como un ser reflexivo capaz de construir y reconstruir sus aprendizajes.




1. Aprendizaje Basado en Proyectos Comunitarios: Este tipo de proyecto se enfoca en abordar problemas o necesidades de la comunidad, promoviendo la participación y el compromiso de los estudiantes con su entorno.


2. Aprendizaje Basado en Indagación (STEAM como enfoque): Este enfoque utiliza las disciplinas de STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas) como punto de partida para la indagación y la investigación, fomentando el pensamiento crítico y la creatividad.


3. Aprendizaje Basado en Problemas (ABP): El ABP se centra en la resolución de problemas reales, desafiando a los estudiantes a aplicar sus conocimientos y habilidades para encontrar soluciones creativas.


4. Aprendizaje Servicio (AS): El AS combina el aprendizaje con el servicio a la comunidad, brindando a los estudiantes la oportunidad de aplicar sus conocimientos en contextos reales y contribuir a la mejora de su entorno.


Por último, agregaría a estas propuestas El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA): metodología que busca crear materiales, espacios y prácticas educativas accesibles y adaptables a las diversas necesidades de los estudiantes. el DUA se sustenta en las aportaciones de la neuroeducación, basadas en tres redes neuronales implicadas en el procesamiento de la información o los procesos de enseñanza y aprendizaje. La importancia de estas redes radica en que se vinculan con el “porqué”, el “qué” y el “cómo” de los procesos de enseñanza y aprendizaje (Alba Pastor, 2019).


Las redes neuronales y su vinculación con el DUA son:


REDES AFECTIVAS: encargadas de asignar significados emocionales, determinan el grado de implicación de cada estudiante con las tareas, el aprendizaje y con el entorno que le rodea. Se vinculan con el “porqué” aprendemos algo.


REDES DE RECONOCIMIENTO: están especializadas en el reconocimiento de la información presentada, al mismo tiempo que facilita que dicha información sea incorporada al cuerpo de saberes que posee el estudiante. Por lo tanto, se vincula con el “qué” del aprendizaje.


REDES ESTRATÉGICAS: responsables de las funciones ejecutivas permiten al estudiante realizar la tarea, habiendo diseñado un plan de acción previo. Estas redes se conectan con el “cómo” del aprendizaje.


Estas propuestas promueven una inmersión vivencial caótica por momentos; no obstante, sin duda alguna son formas de generar ambientes de aprendizaje ricos en experiencias sentipensantes (que involucra procesos emocionales en su comprensión del mundo y racionales en la forma en que se relaciona con los demás y con la naturaleza o contexto que le rodea) perfectos para el desarrollo de un pensamiento complejo, reflexivo, que empatiza y busca la mejora de su entorno, el disfrute de la naturaleza y de su relación con los “otros” en su perfecta diversidad abonando con ello al logro de situaciones de mayor calidad de vida.


El compromiso de formar profesores con este bagaje de posibilidades pedagógico- didáctica, corresponde a las escuelas normales y otras instituciones que forman especialistas para atender procesos educativos. Específicamente, la educación normalista a través los trayectos de prácticas, cada una de estas metodologías debe ser experimentada por el profesor en su formación inicial y, a quienes nos corresponde observar su práctica, con base en nuestra experiencia establecemos diálogos que le invitan a la reflexión crítica y metacognitiva de su hacer.



Finalmente, resulta fundamental mantener un diálogo franco acerca de los aciertos y áreas de mejora en la formación de los futuros profesores y de quienes supervisan a docentes que forman parte del Servicio Educativo Público, esto sin lugar a dudas, redundará en una mayor conciencia sobre el impacto de su acompañamiento al educando, de la importancia de generar ambientes inclusivos y respeto a la diversidad, generar un ambiente organizacional de la clase respetuoso y seguro, atender a las formas en cómo retroalimenta y motiva a sus estudiantes, analizar los procesos de evaluación que implementa, entre otros aspectos que les ayudarán a centrar sus esfuerzos en lograr que sus estudiantes, construyan aprendizajes efectivos para mejorar su calidad de vida y relación que establece con su entorno vital.

 
 
 

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